Te conozco, te amo, te vi nacer, madera.
Por eso si te toco me respondes
como un cuerpo querido,
me muestras tus ojos y tus fibras,
tus nudos, tus lunares,
tus vetas como inmóviles ríos.
Yo sé lo que ellos cantaron con la voz del viento,
escucho la noche respetuosa,
el galope del caballo en la selva,
te toco y te abres como una rosa seca
que sólo para mí resucitara dándome el aroma y el fuego que parecían muertos.
De "Oda a la madera"
Pablo Neruda