¡Cómo fingen los nobles magueyes,
a los rayos del sol tropical,
misteriosa corona de reyes,
colosos vencidos en pugna mortal!
Majestuosas sus pencas de acero
en las tardes parecen soñar...
Ellas vieron a Ixcoatl altanero,
vestido de pieles y plumas, cruzar...
En el monte y el plan y el barranco,
de sus venas haciendo merced,
con su néctar narcótico y blanco
calmaron piadosos del indio la sed.
Con su fibra le dieron un manto,
y supieron en él esconder
el sutil jeroglífico santo
que cuenta a los nuevos las glorias de ayer.
Ellos vieron a Anáhuac sentada
en sus lagos de plata y zafir,
y la vieron después humillada,
y al cabo la vieron rendirse y morir.
Majestuosos y nobles magueyes
cuantas veces os oigo contar
vuestras viejas historias de reyes,
¡algunas tan tristes que me hacen llorar!
De "Los Magueyes"
Amado Nervo